viernes, 23 de marzo de 2012
Elvira Lindo
Jugar en la calle. Jugar en grupo. Esa es la actividad extraescolar que un grupo de educadores y psicólogos americanos han señalado como la asignatura pendiente en la educación actual de un niño. Parecería simple remediarlo. No lo es. La calle ya no es un sitio seguro en casi ninguna gran ciudad. La media que un niño americano pasa ante las numerosas pantallas que la vida le ofrece es hoy de siete horas y media. La de los niños españoles estaba en tres. Cualquiera de las dos cifras es una barbaridad. Cuando los expertos hablan de juego no se refieren a un juego de ordenador o una play station ni tampoco al juego organizado por los padres, que en ocasiones se ven forzados a remediar la ausencia de otros niños. El juego más educativo sigue siendo aquel en que los niños han de luchar por el liderazgo o la colaboración, rivalizar o apoyarse, pelearse y hacer las paces para sobrevivir. Esto no significa que el ordenador sea una presencia nociva en sus vidas. Al contrario, es una insustituible herramienta de trabajo, pero en cuanto a ocio se refiere, el juego a la antigua sigue siendo el gran educador social.
Leía ayer a Rodríguez Ibara hablar de esa gente que teme a los ordenadores y relacionaba ese miedo con los derechos de propiedad intelectual. No comprendí muy bien la relación, porque es precisamente entre los trabajadores de la cultura (el técnico de sonido, el músico, el montador, el diseñador o el escritor) donde el ordenador se ha convertido en un instrumento fundamental. Pero conviene no convertir a las máquinas en objetos sagrados y, de momento, no hay nada comparable en la vida de un niño a un partidillo de fútbol en la calle, a las casitas o al churro-media-manga. Y esto nada tiene que ver con un terror a las pantallas sino con la defensa de un tipo de juego necesario para hacer de los niños seres sociales.
Hoy en día se han ido perdiendo los valores que en la sociedad antigua se usaba.Uno de esos valores es la forma de educar a los niños. Actualmente los niños dedican su tiempo libre a las consolas o a los ordenadores y no se relacionan socialmente. Esto provoca, mas adelante, inseguridad entre ellos. Este problema es llevado acabo por un grupo de americano y de psicólogos que lo único que desean que esto se solucione.
El tema principal de este texto es la perdida de los valores, de las tradiciones.
Y como temas secundarias se podría decir que se emplea mas tiempo a los ordenadores que a los juegos infantiles de toda la vida con los que todos nos hemos criado y que nos han enseñado a socializarnos entre nosotros.
En cuanto a la organización de las ideas, yo las dividiría en tres partes:
Una primera parte (Introducción) donde nos comenta un grupo de psicólogos lo que sucede en la actualidad en cuanto al ocio de los niños.
Una segunda parte(desarrollo) donde expone las argumentos necesarios y explicatorios de como se han ido perdiendo esas costumbres y esas tradiciones.
Y una tercera parte (conclusión) donde Elvira Lindo nos trata de decir que no solo están los ordenadores como forma de ocio sino también la socialización y el comunicarse y jugar con los demás.
Explicado la organización de las ideas, podemos deducir que la estructura que presenta el texto es encuadrada porque la tesis se encuentra reflejada durante todo el texto, ya sea en introducción como el desarrollo como en conclusión.
El ocio de los niños, según unos expertos, es llevarse demasiadas horas en frente de una consola o de un ordenador y que la comunicación entre ellos se esta perdiendo y lo que se va a conseguir es que perdamos todos lo valores y no seamos capaz de relacionarnos entre nosotros.
Por lo que el tema a solucionar es que los niños no pierdan las costumbres.
El texto de Lindo está organizado en tres partes donde comenta en cada una de ella como se han ido perdiendo los valores y se ha pasado a pasar mas tiempo en frente de un ordenador y de una consola que de un simple juego entre nosotros.
Elvira Lindo lo que quiere transmitir al lector es que esto se frene y que los niños pasen mas tiempo con otros niños para que no haya problemas de adaptación.
Yo estoy de acuerdo con Elvira Lindo porque esto va a provocar que los niños se sientan inseguros y que tengan, a determinada edad, un problema de adaptación tan grande que no habrá solución.
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